¡Cuántos meses sin ir por Ferrol! Que yo recuerde, desde las Navidades, pero la visita de Silvita, Miguel, Laura y Ari supuso el mejor acicate para romper esa inercia. Y valió la pena. Al llegar, Ari ya dormía pero Laura me quiso hacer el regalo de esperarme en la misma puerta de casa: me dio una pieza del juego que la entretenía en ese momento y allí estaba yo, tumbado en el Salón de las Novias de casa, construyendo y destruyendo vías férreas para hacer pasar el tren. Una horita pasándomelo como un niño con Laura, hasta que llegó la hora de ir a dormir... ella, claro, que yo me dirigí a La Vaca, a darle un besete a Silvita y Miguel, que fueron oportunamente informados de la existencia de este blog.
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