domingo, 19 de agosto de 2007
¿Un adiós? No: volveré.
sábado, 18 de agosto de 2007
Distracciones varias.
En el inicio del Puente Carlos, a la izquierda, en unas intransitables galerías llenas de tiendas de souvenirs, te encuentras con el Museo de la Tortura. Aunque son tres pisos en un edificio antiguo, no es muy grande. Es un repaso de los distintos instrumentos de tortura que se usaban en otras épocas como elemento punitivo o disuasorio. Resulta increible hoy en día que eso pudiera llegar a hacerse. El que tenga curiosidad, a mí me recordó mucho a la película Hostel.
Saliendo del Castillo, callejeando hacia una tranquila plaza, llegas al Museo de las Miniaturas. Anatoly Konyenko fabricaba herramientas para microcirugía oftalmológica, pero tenía como distracción el dedicar siete años y medio de su vida en hacer un par de herraduras para una pulga. Son tres salas llenas de microscopios, allí están los libros más pequeños del mundo, siluetas de coches en la pata de un mosquito, un saltamontes tocando el violín con sus patas, hileras de camellos o trenes en el ojo de una aguja, etc.
Enfrente, y en el Monasterio del mismo nombre, está la monástica Biblioteca Strahov (http://www.strahovmonastery.cz/), la más grande del país, con dos impresionantes salones barrocos que contienen las salas de Filosofía y Teología. Además, hay un vestíbulo lleno de curiosidades del siglo XVIII: animales marinos deformados expresamente por navegantes para hacerlos pasar por monstruos. Con un pequeño donativo para el mantenimiento y conservación, te autorizan a hacer fotos, pero sin poder entrar por el peligro que supone para los frescos la respiración de los visitantes.
No podía faltar, aunque fuera en checo, la asistencia a una sesión de Teatro negro, básicamente visual. Híbrido de pantomima, teatro, danza y efectos especiales en el que los actores, vestidos con trajes fluorescentes, actúan delante de un telón negro iluminados por luz ultravioleta. Bonito, curioso, divertido y muy interesante, había docenas de ellos y me decanté por uno en que se representaba Otello.
En el Teatro de Marionetas (http://www.puppetart.com/) recibí la triste noticia de que el Museo estaba cerrado, y parece ser que de forma definitiva. Tenía referencias de que era algo digno de ver, al albergar centenares de ellas desde finales del siglo XVII hasta comienzos del XIX. Pero bueno, al menos pude disfrutar de la muy interesante Don Giovanni en un precioso teatro de madera al que se accedía por una estrecha y empinada escalera circular.
Por la noche, un viernes, no pude dejar de ir a visitar la discoteca Karlovy Lázne (http://www.karlovylazne.cz/), anunciada como la más grande de Europa Central. Situada en un edificio medieval, con antiguos murales y mosaicos, en realidad se encuentran allí cuatro discotecas distintas, cada una en su propia planta: el Music Café (música negra), la Discotheque (música disco clásica), el Kaleidoskop (música de los años 60-70-80) y el Paradogs (dance, techno, house, etc.). Yo me pasé un par de horitas subiendo y bajando, curioseando por todas partes en esa original colmena laberíntica.
viernes, 17 de agosto de 2007
En el Puente Carlos.
jueves, 16 de agosto de 2007
miércoles, 15 de agosto de 2007
Por la Ciudad Vieja.
En dirección al reloj, . Reloj.
A las en punto. A las 12. Estropeado. Aplausos.
martes, 14 de agosto de 2007
Martes 14, en la Torre TV y Václavske Námêsti.
Después me dirigí, caminando por un barrio residencial con pocas cosas que ver, hacia Václavske Námêsti o Václavák, la famosa plaza Wenceslao. Además de poder respirar el típico ambiente turístico en distintas lenguas, allí se encuentran muchos edificios de principios del siglo XX dignos de ver: Grand Hotel Europa, Wiehl, Lindt, Koruna, Melantrich (hoy almacenes Mark & Spencer), desde cuyo balcón Václav Hável proclamó el fin del comunismo en noviembre de 1989, etc. Con tantas opciones, ¿por dónde empezar?
Por el Národní Muzeum o Museo Nacional (http://www.nm.cz/): gran escalera central, suelos y paredes de mármol, cuadros bien elegidos, salas llenas de todo tipo de minerales, fósiles y animales disecados sobre un suelo de parqué que va crujiendo a cada paso. Las vistas hacia la plaza desde la fuente no hay que perdérselas. Y desde allí es inevitable dirigirse a la estatua ecuestre de San Wenceslao. Duque de Bohemia en el siglo X y el "buen rey Wenceslao" de las canciones navideñas, está flanqueado por los otros santos patrones de Bohemia. Cerca hay un pequeño monumento a las víctimas del comunismo, con fotografía de Jan Palach y Jan Zajíc. El primero se inmoló en las escalinatas del Museo Nacional prendiéndose fuego en enero de 1969 en protesta por la invasión de Praga por fuerzas del Pacto de Varsovia. Al día siguiente 200.000 personas se congregaron en la plaza en su honor. Y el segundo hizo lo mismo un mes después.Seguí toda la tarde, sin prisas, parándome en lo que me resultaba más curioso o atractivo, como podía ser el tranvía acondicionado como cafetería en medio de la plaza o las elegantes galerías del Palác Lucerna, con su barullo de tiendas y heladerías bajo vidriera de finales de los 40 y con la escultura Kun (Caballo) de David Cérný colgada del techo. Continué callejeando por los alrededores de Nové Mêsto hasta descansar en los tranquilos Frantiskánska zahrada (jardines franciscanos), para llegar después a la vía Na príkopê, donde paré para retomar energías a base de batidos de fresa.
Todos los días llegaba en tranvía a esa plaza con lo que tuve oportunidad de conocerla con detalle. Era curioso el contraste de detalles, la mezcla que había entre edificios señoriales y chiringuitos de perritos calientes, el ir y venir de turistas de todos los países que llegaban a convertirla en un hormiguero que servía de punto de encuentro y de partida para visitar otros muchos sitios.
lunes, 13 de agosto de 2007
Lunes 13, llegada a Praga.
Nada que reseñar sobre el viaje: Barcelona-Milán con Iberia y Milán-Praga con Alitalia. Durante todo el trayecto lució un sol veraniego que me hacía pensar que volvería a casa con un buen moreno. Por lo demás, me pasé todo el tiempo mirando por la ventana y leyendo detalladamente uno de los libros que llevaba sobre Praga.
El aeropuerto de Prague-Ruzynê estaba más vacío de lo que esperaba, cambié euros por coronas (cz) en uno de los bankomati y mientras me fumaba el primer pitillo en muchas horas iba pensando sobre cómo ir hasta el hotel. Con la gestión de uno de los empleados y considerando que poco podía ver durante el trayecto en bus en una noche oscura, me decidí por el taxi y en 20 minutos ya estaba en el hotel. ¿Y qué hacer una vez desembalada la maleta? Pues irme andando al centro de Praga, a cenar en la famosa Plaza Wenceslao.
sábado, 11 de agosto de 2007
Sábado 11, inicio de mis vacaciones.
Con el buen tiempo que hizo al día siguiente no podía faltar la sesión de piscina con Laura y Ari. Tres añitos Laura y uno y medio Ari: ya sé que les encanta nadar pero, siendo tan pequeñas como son, la verdad es que me parece increible el arrojo que tenían dentro del agua.