domingo, 11 de abril de 2010

¡Llegó el Sol a Santiago!

¡Casi cuatro meses sin parar de llover! Desde hacía 10 años no se veía algo similar pero el Sol salió y había que aprovecharlo. Las terracitas volvieron a llenarse, los abrigos se dejaron de lado, el paraguas quedó en casa y... la Alameda -con una temeraria rana en el estanque- esperaba para el deseado paseo con buenos libros bajo el brazo. Elegí un par, una novela de un autor de Timisoara y una crónica de La caída del Muro de Berlín que me regaló el Papá por Navidades y tenía mucho interés en leer tras ver Goob bye, Lenin!
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Desde allí, una llamada de teléfono de Javi y Carlos hizo que me desplazara hasta la terracita del Costa Vella. Siempre es una gozada disfrutar de ella en los días de calor, por ser un sitio entrañable, con un pequeño jardín con estatuas y una fuente de sonido relajante.

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