Como cada año, la familia al completo se reunía en Ferrol para pasar la Semana Santa. Un poco diferente a otros años, más cansada, quizá por el frenazo dado desde la vida laboral sin disponer de tiempo para ir acomodándome a estos días de Piedad y descanso.
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El Jueves Santo fui a ver en la calle Dolores la exposición Passio. Escenificación en maquetas da Paixón de Xesucristo, del ferrolano Alfredo Martín Lorenzo. Alojada en el antiguo cine Avenida y con la colaboración del Concello de Ferrol, es una sucesión de escenas fieles a los relatos de los Evangelistas, en donde se expresa con todo detalle la grandeza y el Misterio de la Pasión de Jesucristo.
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Seguidamente, mientras hacía un poco de tiempo antes de la Eucaristía, fui paseando hacia la zona de Herrera. El buen tiempo animaba a ello y, después de dar una vuelta a los jardines, estuve curioseando los barcos atracados, entre los que reconocí la fragata Extremadura y otra más que llevaba bandera de Noruega.

Y, por la noche, lo agradablemente inevitable: ver una de las Procesiones. Ya se me empiezan a quedar lejanos los dos años en que fui uno de los porteadores de la Dolorosa y este año pude ver algunos cambios para bien: pasos bellamente restaurados, uniformidad y capuchas en los porteadores... más piedad en resumen. Lo que no cambia, a Dios gracias, es la asistencia por parte de decenas de miles de personas.
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