Recibí la llamada de Ángel Burke, que se iba a dejar caer por Santiago. Como siempre, interesantísima conversación durante nuestro paseo en búsqueda de un sitio para cenar. A Nosa Casa fue el elegido y allí continuamos desentrañando la realidad del cómo el gota a gota de unas buenas ideas son capaces de influir decisivamente en políticas públicas que fomentan el Estado del Bien-Ser como presupuesto imprescindible para que el Estado de Bienestar no se convierta en una suplantación definitiva e irrevocable de lo que al ciudadano responsable y libre le corresponde como tal.
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De allí nos fuimos al Moore's, a establecer relaciones de confraternización con las irlandesas mediante el lenguaje visual, que tiene su jugo especialmente cuando se sabe levantar una sola ceja. Y -¡por fín!- apareció Avelino el Magno, que había respondido raudo y veloz a nuestro desesperado S.O.S. ante tanta fémina suelta.
Después de la cerveza, tocaba el cubata, con lo que nos desplazamos al Leblon, en la zona vieja, lugar en el que Avelino, primus inter pares, inició una fugaz maniobra de aproximación hacia la mejor de las candidatas, sin tener en cuenta ni respetos humanos ni temores de ningún tipo a la diferencia idiomática: "Hola, ¿Qué tal?".
Me hubiera gustado tener de recuerdo la imagen gráfica del Edmund Burke español moviendo el esqueleto, pero era tanta su simbiosis con la buena música del Leblon durante la satursday fever's night que me fue imposible: todas las fotos me salieron movidas. Pero bueno, a falta de esa, qué mejor que esta otra de los tres:
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