jueves, 3 de mayo de 2007

Jueves 3, en Apolo con Luis.

Después de promover una porra en la que poca gente se mojó, se confirmó públicamente la buena nueva de que Luis empezaba en Apolo a partir de mayo. Yo no podía estar mucho tiempo sin hacerle la primera visita con lo que me fui para allí el martes... Estaba cerrado y decidí volver el jueves antes de que llegara la marabunta de vuelta del concierto, para desearle suerte en su nueva andadura profesional y ponernos al día.
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No ha cambiado nada desde los tiempos del Cheyenne, punto de encuentro, diversión y "desengrase mental" durante muchos meses. Creo que he perdido la cuenta de toda la buena gente que allí he conocido. Al estilo Cheers, el local era "nuestro" especialmente los lunes, cuando nos reuníamos "los de siempre" y si alguno fallaba siempre se preguntaba por él.

¡Hay anécdotas de sobra hasta para escribir un libro !

¡Y qué extraño se me ha hecho salir por la noche y no ir hacia allí!

Mucho nos costó encontrarlo pero, busca que te busca, al final conseguimos el CD doble recopilatorio de los grandes éxitos de Manolo Escobar. ¡Qué risas nos echamos en el Cheyenne bailando y cantando "Que viva España" y "Me gustan las mujeres y el vino"!
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Como era su regalo de cumpleaños, estaba así de emocionado:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo para olvidar los buenos ratos en el Cheyenne!!!
Cada noche, cada día, durante dos años, punto de encuentro obligado.
Quién iba a decirnos que un bar podía unir a gente tan dispar, hasta llegar al cariño.
Por la biodiversidad del Cheyenne!!!!
Y por tito Luis!!

Juan dijo...

Eso, eso, por la biodiversidad, pero bien entendida. Si es que desde Vattimo y la puñeta esa del pensamiento débil post-moderno, las cosas van de guatemala a guatepeor, que para que pueda existir una verdadera convivencia multicultural es necesario una firmeza en el Ser de las cosas. Si desaparece este elemental principio de identidad, se desmorona lo demás, que el diálogo sólo es posible desde la noble sinceridad del que acoje al otro como es, sin esperar encajarlo en prejuicios constructivistas pero también sin ceder en lo que es la base del diálogo: los principios claros y el chocolate espeso.

Y el Cheyenne es buen ejemplo de ello.

He dicho.

Anónimo dijo...

Joer Juan!! Lo que había en el Cheyenne... era cerveza...
Digo yo

Juan dijo...

Ja, ja... Es que estaba inspirado... Pero me ha quedado bien la reflexión, ¿verdad?

Guau !!