Nuevo día soleado que propiciaba un paseo. Elegí un buen libro y hacia el medio día me fuí a uno de los bancos cercanos a la Iglesia del Pilar. Curioso me resultó el comportamiento de los gallos junto al estanque: saltan y se dan un paseo por la zona sin ningún tipo de temor, tienen sus puertas de entrada y salida entre las alambradas y se nota que ya se han acostumbrado a la presencia de las personas.
Llegó Pris y, tras el paseo por la Alameda, tocó comer algo en un restaurante típico para los turistas, por la parte de abajo del Obradoiro. Teníamos que elegir un sitio para el "reposo del guerrero", que facilitara la digestión, y optamos por la zona de los jardines del Campus Norte, bajando por el Convento de San Francisco. Hacia tiempo que no pasaba por allí. La verdad es que estaba bonito y el buen tiempo nos llevó a ir ensayando "el cruce del río y la conquista de la colina", con libros y apuntes bajo el brazo incluidos.
La soleada tarde, la pesadez de la comida y las colinas conquistadas hicieron que la siesta fuera inevitable tras la lectura de unas cuantas páginas de "El masajista ciego". Después yo tuve que volver a la oficina un rato, no sin antes concretar con Pris que nos volveríamos a ver por la noche para callejear por las rúas de la zona vieja y la praza do Obradoiro. Inmejorable estampa, iluminada por la noche y con la Tuna en su tradicional puesto bajo los arcos del Pazo de Raxoi.
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