El 5 de junio, a las 7 de la tarde, más de 200 personas entre extras y actores del grupo Ditea, iban a escenificar la proclamación del aún niño Alfonso Reimúndez como Rey de Galicia en el año 1111: cuando murió su padre, Raimundo de Borgoña, Alfonso quedó al cuidado del conde de Traba, que quería proclamarlo rey de Galicia. Esto chocaba con los intereses de su madre, doña Urraca, lo que dio lugar a varios enfrentamientos serios. Finalmente, fue coronado en la Catedral de Santiago. Era la época del obispo Diego Gelmírez e impulsó la lírica gallega protegiendo a juglares y trovadores. Al fallecer su madre fue nombrado también Rey de León y Castilla.
La representación se llevó a cabo en las prazas da Inmaculada, Cervantes y O Toural, para terminar en la de A Quintana. Allí, con gran sorpresa para el público, se escenificó una última batalla de espadas en las cubiertas de la Catedral. Poco antes, en la praza de Cervantes, había tocado la escenificación de la batalla entre los partidarios de los dos pretendientes. Estuvo muy bien. Valió la pena.
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