El cierre de mes y de año hicieron que tuviera que ir a Ferrol en el penúltimo bus. Pero llegué a tiempo: con maletín y todo me dirigí rápidamente hacia el Casino, en donde estaban todos viendo pasar la Cabalgata de Reyes. Como cada año, las caras de las princesitas eran para enmarcarlas. Y, como ya es costumbre, hubo que volver a ver pasar la Cabalgata por la calle Dolores. De camino a casa, unos pajes estaban en distendida conversación frente a la puerta de casa...
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